El crecimiento de los hijos es inevitable. Si pudiéramos… ¿Lo evitaríamos?
Supongo que no… Todos fuimos hijos que crecimos y nos fuimos de los brazos de nuestros padres. Pero cuando uno es padre y los hijos empiezan sus propios caminos, la sensación mezcla de orgullo, alegría y rareza, aparece.
Entre que nace un bebe y los hijos se van de la casa, en el mejor de los casos, pasan muchos años. Y de repente, esos años pasaron en un minuto y los chicos crecieron. Aquellos que un día fueron bebitos, en un abrir y cerrar de ojos, hacen su propia vida.
La crianza nos demanda un tiempo importante de nuestra vida en años y en horarios. Cuando ya no es necesario invertir en ella y disponemos de ese tiempo para nosotros o para otras cosas, nos suena raro…
Yo no sé si uno se puede preparar para el crecimiento de los hijos, aunque sabe desde chiquitos que así va a ser y mejor que así sea. Si se que es un trabajo para los hijos crecer y un trabajo para los padres darles lugar para que lo hagan. No es automático, ni por definición. Es un trabajo de comunicación, contacto, desprendimiento y reorganización, interna y externa para ambos.
Transitar esos momentos a conciencia de nosotros mismos y de ellos nos va a ayudar a que el trabajo de crecimiento de la vida sea más armonioso y si tiene piedras o escollos en el camino los podamos atravesar.
Lic. Marisa Ludmer