Muchas veces esperamos ese momento soñado: vacaciones en familia.
Y cuando llega… lo soñado, se evaporó!
De repente nos encontramos con seres muy cercanos, que a veces conocemos menos de lo que suponemos.
En las familias modernas, hay una situación paradójica. Al estar toda la familia ocupada, el tiempo en familia cada vez es menor y se reduce al tiempo de los hábitos necesarios. Cenar, dormir, desayunar. A pesar de ser la familia nuclear, las personas con quienes en general uno convive, son las personas con quienes menos tiempo pasamos. Como puede ser?? Será porque damos por hecho que por vivir bajo el mismo techo compartimos?? Nada más lejos de compartir que vivir bajo el mismo techo. El tiempo que dedicamos a la familia, en general es el que nos sobra o el de cuando volvimos a casa. Cuántas veces es el que elegimos?? Y en este escenario, con los mas cercanos, a veces lejanos, emprendemos nuestras vacaciones. Experiencia que no siempre resulta como la imaginamos.
De repente nos vemos conviviendo varios días con quienes a diario solo nos vemos un ratito. Decidimos irnos juntos para compartir más tiempo, pero a veces pasa que como nos conocemos poco o como no estamos acostumbrados, la convivencia 24×7 no es lo que imaginamos.
Aparecen aspectos del otro, que no siempre tenemos presentes, o que no nos gustan. Nos tenemos que ocupar de tareas, que durante el año están delegadas en otras personas. Nos tenemos que encontrar con nuestro tiempo libre, tarea no siempre sencilla y con los tiempos del otro.
Para poder disfrutar estas vacaciones elegidas, primero tenemos que hacerlo desde la realidad y no desde lo que nos imaginamos. Saber que si estamos con niños pequeños, el descanso no será el mismo que si estamos solos. Que habrá que madrugar aunque nos guste dormir.
Que si estamos con adolescentes, posiblemente aparezcan por la playa al atardecer.
Si estamos con amigos, seguramente estaremos muy ocupados y llenos de programas.
Y cuando llega… lo soñado, se evaporó!
De repente nos encontramos con seres muy cercanos, que a veces conocemos menos de lo que suponemos.
En las familias modernas, hay una situación paradójica. Al estar toda la familia ocupada, el tiempo en familia cada vez es menor y se reduce al tiempo de los hábitos necesarios. Cenar, dormir, desayunar. A pesar de ser la familia nuclear, las personas con quienes en general uno convive, son las personas con quienes menos tiempo pasamos. Como puede ser?? Será porque damos por hecho que por vivir bajo el mismo techo compartimos?? Nada más lejos de compartir que vivir bajo el mismo techo. El tiempo que dedicamos a la familia, en general es el que nos sobra o el de cuando volvimos a casa. Cuántas veces es el que elegimos?? Y en este escenario, con los mas cercanos, a veces lejanos, emprendemos nuestras vacaciones. Experiencia que no siempre resulta como la imaginamos.
De repente nos vemos conviviendo varios días con quienes a diario solo nos vemos un ratito. Decidimos irnos juntos para compartir más tiempo, pero a veces pasa que como nos conocemos poco o como no estamos acostumbrados, la convivencia 24×7 no es lo que imaginamos.
Aparecen aspectos del otro, que no siempre tenemos presentes, o que no nos gustan. Nos tenemos que ocupar de tareas, que durante el año están delegadas en otras personas. Nos tenemos que encontrar con nuestro tiempo libre, tarea no siempre sencilla y con los tiempos del otro.
Para poder disfrutar estas vacaciones elegidas, primero tenemos que hacerlo desde la realidad y no desde lo que nos imaginamos. Saber que si estamos con niños pequeños, el descanso no será el mismo que si estamos solos. Que habrá que madrugar aunque nos guste dormir.
Que si estamos con adolescentes, posiblemente aparezcan por la playa al atardecer.
Si estamos con amigos, seguramente estaremos muy ocupados y llenos de programas.
Es importante elegir las vacaciones sintonizando con los gustos propios y no con los de los demás, porque muchas veces terminamos en la playa cuando nos gusta la montaña o haciendo planes que no nos interesan. Es importante conocerse y elegir lo que nos gusta para ese momento tan deseado. Planificar las vacaciones recordando que la vida no es idílica. Los momentos compartidos son los que se atesoran con los años. Para compartir hay que registrar elmotro y saber que no siempre lo que pasa es lo ideal, pero sí lo posible.