El enojo forma parte de la gama de emociones de los seres humanos.
Es una de las emociones más utilizadas y fácilmente disponible. Ante cualquier escena y circunstancia, está dispuesta a aparecer.
Uno piensa que con el enojo resuelve las situaciones. Consigue amor, resuelve el malestar, cambia lo que le disgusta y no se da cuenta, que con el enojo, que en general viene acompañado de ofensa y reclamo, no consigue nada.
Así y todo, el enojo aparece a la orden del día. El que se enoja, piensa que cuida sus derechos y en realidad, solo consigue malestar, ceño fruncido, capricho y soledad.
Por supuesto que existen un montón de situaciones que nos molestan y me animaría a decir hasta nos enojan.. ..Pero hacer del enojo una herramienta, un modo de relacionarse con el mundo y con el otro, ya es otro cantar.
Mucha gente y familias y generaciones, funcionan en modo enojo y allí no solo hay que romper con el modo enojo como forma de reaccionar, sino con un modo familiar de funcionar.
En la película Intensamente,de Disney, se ve claramente la pulseada de las emociones frente a la escenas de la vida y las consecuencias cuando la ira toma la batuta.
Propongo desmitificar las ideas de que el enojo consigue que el otro piense, reflexione, se haga justicia. Que con enojo, voy a conseguir lo que quiero y salir del malestar. Y cambiarlas por la idea de que el enojo nos quita energía, nos llena de miedos y soledad y por sobre todas las cosas, no resuelve nada.
Cuando nos enojemos, busquemos alguna vuelta, para que esa emoción no tome la batuta y nos lleve por caminos, que no llegan a ningún lado o mejor dicho, solo nos llevan a seguir llenándonos de ira.
Tomemos la molestia o el evento que nos llevó a enojarnos y veamos qué podemos hacer con ellos.
Marisa Ludmer