Muchas veces tenemos la sensación de que hacer terapia, es meternos en un mar que no vamos a poder dominar…

Que tenemos que hablar de nuestra historia, de nuestros problemas, revolver para salir adelante y poder avanzar. Que nuestra vida va a cambiar, nuestra pareja se va a derrumbar y vamos a romper nuestro precario equilibrio, que aunque precario, es equilibrio al fin… y seguimos igual, por miedo a mover, a cambiar, a ser y a estar diferentes. Y sabemos que estamos incómodos, que las herramientas que en un tiempo nos sirvieron ya no nos sirven más, que alguna vuelta tenemos que dar, pero el miedo a lo nuevo y lo diferente, o mejor dicho, a uno mismo ubicado en posición diferente, gana la batalla y el temor a un mar bravío e indomable, se hace del poder y el malestar sigue… y no sabemos qué hacer y postergamos y damos vueltas y las salidas que tenemos al alcance de las manos se nos vuelven lejanas…

Y en ese laberinto que sentimos sin salida, la salida está cerquita, simplemente, que como en los laberintos, uno se marea, se confunde y no ve lo que está a la vista.

Hacer una consulta terapéutica es la posibilidad de encontrar una salida a nuestras preocupaciones, miedos y temores. Romper con los mitos, de que hacer terapia es un trabajo arduo, difícil y agotador, nos va a permitir acceder a ella cuando sintamos que la estamos necesitando. No nos frenemos de buscar ayuda, por miedos basados en prejuicios, porque nos estaremos perdiendo oportunidades de lograr equilibrios diferentes y por supuesto, menos precarios.

Lic. Marisa Ludmer